Ahora sí… Vengo avisando desde hace tiempo que mi carrera profesional se iba a terminar y este es el día en el que ello ocurrirá.
Tengo la inmensa fortuna de haber llegado en plenitud de condiciones hasta el día de hoy. El hilo conductor en estos años ha sido la pasión por mi trabajo, extremo que hay que saber conjugar con las otras vidas que una persona posee: la familiar y la social.
Han sido más de cuarenta y dos años en el terreno profesional, sin interrupción, en los diferentes roles que me han tocado interpretar: como técnico, como directivo y como emprendedor. Complementado con treinta y dos años en el campo docente. Extremo que me permite hablar con propiedad, desde dentro y desde fuera, del sorprendente reality show que es el mundo de las empresas.
Lo primero que tengo que manifestar es mi agradecimiento a los miles de personas que he conocido. La auténtica variable independiente de las organizaciones. De todas ellas he aprendido algo. De los grandes profesionales, todo aquello que se debe hacer. Y de los profesionales menos buenos, en lo profesional y en lo personal, todo aquello que es preferible evitar.
En el primer grupo, la evolución de nuestra relación a lo largo del tiempo ha sido de colegas a amigos y me tendrán siempre a su lado, por si les puede ir bien el consejo de un veterano. A los del segundo grupo, dada su supuesta sabiduría, seguro que no les voy a hacer falta.
El profesor Carlo M. Cipolla definió en su libro “Las leyes fundamentales de la estupidez humana” (libro de obligada lectura para moverse en este mundo), cuatro tipos de personas:
- Las inteligentes son las que casarían con mi primer grupo. Aquellas que buscan el beneficio propio y el ajeno. Son personas con una vida plena, en lo personal, en lo social y en lo profesional. Con estas personas tendréis pocos problemas.
Los otros tres tipos, no tan fáciles, corresponden a:
- Los incautos o ingenuos (perjuicio propio, beneficio ajeno)
- Los estúpidos (perjuicio propio y ajeno)
- Los malvados (beneficio propio, perjuicio ajeno).
Obviamente, os tropezaréis con muchas personas englobadas en estas tipologías. Pero sobre todo, vigilad con el último tipo. Son auténticos psicópatas (o sociópatas) que pululan por todo tipo de organizaciones.
Me voy a dedicar a mi familia, a mis hobbies y a ayudar, en aquello que pueda, a organizaciones sin ánimo de lucro. A personas que valen la pena y además lo necesitan.
Mucho éxito y mucha suerte en vuestras vidas.
Un gran abrazo para todos,